Jujuy y Belgrano.
Dos colegas se miran y se acompañan…
Hace un par de días conocí a Bere. La conocí porque la gente que me ha rodeado en educación no para de abrirme puertas. Porque una maestra, de esas que no pasan desapercibidas, me vio en un Congreso (al que también me invitaron maestrxs de esxs) y pensó que yo tenía algo para aportar.
Como dije, no paran de abrirme puertas. Esta vez resultó en conocer a una colega de esas que una agradece conocer. Con las que alcanzan tres palabras para que aparezcan mil preguntas. ¿Por qué escribir? ¿Sobre qué? ¿Dónde poner el foco en cada momento? ¿Para qué? ¿Cómo aporta esto a mi práctica docente? ¿Qué pasa con las escuelas no graduadas? ¿Se puede? ¿Qué nos falta en las escuelas públicas para llegar a eso? ¿Cómo puedo pensar en integrarlo? Etc, etc, etc…
Bere es una Docente, con todas las letras. Es una Maestra que no para de mirarse y cuestionarse. Es una Persona que tiene la humildad para escuchar a otros y la sabiduría de hacer valer su propia voz. Es alguien que contagia ganas, energía, esperanza. Que hace que enseñar y aprender sea más lindo, que vuelva a ser “como respirar”. Es de esa gente que tiene la capacidad de regalar libertad.
Ese día me fui contenta, me fui renovada, me fui pensando la escuela de una manera nuevamente distinta. Me fui sintiéndome identificada con las inquietudes de esta chica que la vida me puso enfrente; con una sonrisa en la cara y el deseo de volver a cruzarla.
Hoy recibo un mail suyo, hablándome de su vivencia de ese encuentro y se me pone la piel de gallina por la cantidad de puntos en común. Lo que escribió ella, podría haberlo escrito yo. No estoy sola, no estamos solas.
Eso es lo más importante que tengo para decir sobre educación. No estamos solxs. Lxs chicxs no están solxs, ni lxs directivxs, ni lxs auxiliares, ni los maestrxs. Somos muchxs tirando para el mismo lado. Somxs muchxs pensando la escuela y a nosotrxs. Somxs muchos creyendo y apostando por una educación pública y emancipadora.
Y nosotrxs, muchxs como somos, y juntxs como estamos: caminamos.
Fernanda Pellegrino.
-------------------------------------------------------------------------------------------
30 de junio de 2015
Corrientes y Angel Gallardo
Una maestra y una futura docente… se conocen y se piensan…
Hoy conocí a Fernanda, fue un encuentro esperado con ansiedad y dudas. Pocas veces uno se encuentra con personas, desconocidas, que quisiera seguir conversando sin importar las horas ni las demás actividades. Cuando Rita, la profe que nos conectó, me sugirió que me reuniera con ella, no sabía que esto resultaría así. Mi trabajo para la materia que le dio origen a este encuentro está terminado e impreso. Pero ese rato con Fernanda, no hizo más que enriquecer la mirada y complejizar mis preguntas acerca de los docentes como productores de conocimiento. Creo que fue el destino que nos juntó a pensar en la profesión y en nuestros alumnos. A pensarnos y re – pensarnos. A discutirnos y llenarnos de esperanza. Hay otros, nos podemos pensar con otros. La docencia suele ser una actividad solitaria, hoy me sentí menos sola. Me escuché y me ví en otra docente. Me sentí interpelada, escuchada e identificada con aquellas cosas que me preocupan pero que a otros también los inquieta. Muchas veces me siento incomprendida, siento que me tomo con demasiada dedicación y compromiso mi tarea. Quizá es mi pasión, quizá es la impotencia a tanta injusticia y desigualdad, quizá es que creo absolutamente en la educación como la emancipación de los pueblos, quizá es que soy así. Me vi en ella. Nos vi juntas. Vi lo que los docentes somos capaces de hacer cuando nos reunimos, discutimos y nos preguntamos cosas.
Fernanda me contó que sus alumnos coleccionan preguntas, creo que yo también. Llegué a esta instancia de la carrera con muchas preguntas, con incertidumbres, con un listado de cosas para aprender, estudiar, investigar… algunas no tendrán respuestas, otras darán origen a otras inquietudes, algunas las buscaré toda mi vida, pero si hay algo que hoy me deja esta “seño” es que nada es más rico que coleccionar preguntas. ¿Para qué? ¿Para quién? ¿Cómo? ¿De qué manera? ¿Por qué? Estas preguntas sé que guiarán mis días, estas preguntas habitarán conmigo la escuela, mi grado y a mis alumnos. Preguntas que hasta ahora quedaban para mí. Preguntas que quiero poner a disposición de otros para entrar en ese diálogo del que habla Freire, un diálogo que libera, transforma y construye mejores mundos donde vivir. En la charla con ella, me di cuenta que sigue valiendo la pena, levantarse cada día, ponerse el guardapolvo y militar la escuela. Nuestra escuela. Escuela que nos pertenece a los docentes y niños, a todas y todos los niños de nuestro país. Escuela que los maestros conocemos mejor que nadie, escuelas que necesitan que los docentes y sus directivos escriban y reflexionen acerca de lo allí sucede. No podemos tan solo dar clases e irnos. El día que ya no estemos con nosotros se irán nuestras ideas, nuestros aciertos y nuestros desaciertos. No necesitamos leer “expertos en educación” y a “técnicos en no sé qué cosa” para que nuestras aulas sean lugares de apropiación de la cultura. Necesitamos leernos a nosotros mismos y a nuestros compañeros. Muchas veces los teóricos nos dicen lo que hay que hacer para que las cosas funcionen, hace mucho son los maestros que desde sus prácticas logran que los niños aprendan en nuestras aulas. Generemos a partir de ellas, teoría real y sincera, al alcance todos los docentes que quieran ser parte de acercar a los niños al conocimiento de manera igualitaria y más justa para ellos.
Estoy a 17 días de rendir la última materia de este profesorado, que llegó a mi vida en el momento más crítico a nivel personal. Esta carrera me salvó y le dio un nuevo sentido a mis días. Los últimos años fueron vertiginosamente cambiantes y alterados por diferentes situaciones familiares y personales. Esta carrera fue mi ancla. Venía de la UBA, venía de transitar aulas multitudinarias donde la gente no se mira los ojos y pareciera que tu valor está dado por lo que sabes acerca de las cosas y no por quién sos más allá de eso. El Normal 1 se convirtió en mi casa, casa que en breve debo abandonar pero que me abre sus puertas y me deja volar con miles de ideas y proyectos para materializar. Hoy debo soltar el ancla y salir a navegar con lo que tengo y con lo que me falta, en ocasiones sola pero a veces invitando a otros a navegar conmigo. Parando en distintos puertos y enriqueciendo mi experiencia cultural que transformará mi práctica.
Me sigo pensando, me seguiré preguntando… hay cosas que jamás podrán quitarme mis palabras, mis preguntas y todo lo que hasta este entonces he aprendido.
Bere Belmudes.