Este maestro encontró en el dibujo y la escritura dos herramientas para que lxs chicxs pudieran ser y hacer. Y armó, junto con ellxs, los Cuadernos de Pensamientos Propios. Cuadernos en que lxs alumnxs dibujaban y escrbían sobre su día a día, sobre lo que observaban o los movilizaba. Sobre las preguntas que se les presentaban…sin las rigurosidades que suele exigir la escuela, pero pensándolo como algo factible de compartir con los demás. Estos cuadernos fueron un éxito y suscitaron una recopilación maravillosa, como lo es Viento de estrellas (uno de los libros publicados por Luis Iglesias).
Sin embargo a nosotros nos llega la experiencia acabada, masticada. El producto exitoso de todo un proceso. Poco sabemos de los comienzos de estos cuadernos. De cómo logró inspirar a sus alumnxs a escribir y compartir sus escritos. De qué dificultades encontró en el camino. De cuáles fueron las resistencias que opusieron lxs involucradxs y sus familias.
Pero en fin, fue una experiencia exitosa y maravillosa. Y por lo tanto, digna de intentar reproducirse. Esto es lo que me pasó a mí cuando quise hacerlo…