Los cuadernos de pensamientos propios sobrevivieron en nuestro pequeño rincón del colegio, ahí al lado de la puerta de entrada. Y florecen como los colores de los árboles...
Yo empecé a trabajar en primer ciclo el año pasado a mitad de año, específicamente en segundo grado. Y acá algunas referencias personales: considero que tengo muy pocas herramientas para trabajar en los primeros grados; me cuesta entender y manejar los tiempos de lxs chicxs a esa edad; muchas veces me siento sobrepasada por la responsabilidad de darles una base sólida alfabética, matemática y científicamente; por momentos tengo la sensación de que la comunicación se me vuelve imposible. Obviamente son problemas que tengo en cuenta y que estudio para resolver. Y, aunque es probable que exagere un poco, son problemas que existen.
Con toda esta carga personal, llegué al grado. Y me encontré con un grupo que había experimentado seis maestras distintas, que no tenía hábitos de trabajo y que presentaba muchos conflictos de convivencia. En el que, además, había chicxs que recién comenzaban su proceso de alfabetización y otrxs que no habían interiorizado las nociones matemáticas más básicas. Por supuesto no se trabajaba en Conocimiento del Mundo. Y como si fuera poco, había situaciones personales de algunxs alumnxs que lxs atravesaban emocionalmente de forma negativa y que excedían ampliamente mi alcance.
Empecé a proponer distintas secuencias para trabajar estas circunstancias. Una de ellas fue mantener cuadernos de pensamientos propios y hacer asambleas del aula...y ahí la empecé a pifiar.
Lxs chicxs no traían sus cuadernos, cuando los traían, la mayoría de las veces no habían escrito nada. Y si escribían, las escrituras solían ser descripciones de una situación. R siempre contaba sobre los partidos de fútbol, D siempre escribía sobre lo que comía en el fin de semana, G de los lugares que había visitado, S, L Y F prácticamente no escribían. Y las asambleas del aula pasaban sin pena ni gloria, poniéndonos objetivos a cumplir en la semana y no mucho más. Si bien esto mejoró ligeramente con el correr del tiempo, el cambio no fue trascendental.
Yo creo que el que las cosas se dieran así fue responsabilidad mía. ¿Por qué?
- Porque planteé los cuadernos de pensamientos propios como un ejercicio más de escritura. Lxs chicxs escribían para mí, no para ellxs. Cumplían, a veces, con traer algo, porque sino yo protestaba o me desanimaba y entonces les llamaba la atención.
- Porque las estrategias que usé para que efectivamente escribieran generaron la tendencia a la descripción de hechos concretos: contar qué habían hecho un fin de semana o en alguna fiesta; describirse; relatar un sueño; describir algún personaje...
- Porque no respeté la tendencia al dibujo que existe a esa edad: siempre exigía palabras, como si con sus creaciones no dijeran mil cosas.
Este año, en cambio, recibo desde principio de año a un grupo que ha tenido continuidad en sus docentes, que es muy unido y presenta procesos de aprendizaje similares. Con esto no quiero decir que fuera un "mejor" grupo que el anterior, sino que desde el principio había menor cantidad de conflictos a los que prestarle atención. Esto me permitió revisar con mayor energía la manera en la que iba a plantear la propuesta de los cuadernos de pensamientos propios. Por otro lado haber atravesado la experiencia el año anterior me brindó valiosas herramientas de análisis. Algunas cosas que me propuse tener en cuenta este año:
- Que los cuadernos de pensamientos propios realmente fueran espacios personales de lxs alumnxs, en los cuales escribieran lo que quisieran y necesitaran escribir. Les propuse, además de relatar experiencias o contar sueños, hacer preguntas, escribir chistes y adivinanzas, registrar algo que les llamara la atención y que quisieran compartir con sus compañerxs, dibujar sus miedos, sus alegrías...en fin, les planteé el cuaderno como un espacio para ser y expresarse. Y ellxs supieron hacerse eco de la propuesta. Ya no me preguntan qué tienen que escribir, sino que simplemente escriben o dibujan.
- Dedicarles tiempo de lectura todos los días. Cada primera hora la dedicamos a leer y comentar dos o tres cuadernos. Al volverlo hábito, lxs chicxs se anticipan, sacan sus cuadernos, protestan si se lo olvidaron, se llaman la atención entre ellxs cuando algunx no escribió.
- Transformar algunos pensamientos propios en pensamientos colectivos. Nadie tiene la obligación de compartir lo que escribe en sus cuadernos, pero si quieren comentar algo específico en el aula, tiene que pasar antes por el cuaderno. Esto transforma los pensamientos en algo externo a su productor y los vuelve debatibles. Si está a la vista de todos, podemos hacernos preguntas, podemos dar opiniones, podes brindar consejos...
- Darle espacio al dibujo. Aunque sigo pidiendo que escriban, no lo hago desde el comienzo y no se lo pido a todxs por igual. Hay algunxs chicxs que han elegido el dibujo como medio de expresión y que por ahora se sienten inseguros con la palabra escrita. Hay otrxs que necesitan las dos cosas para poder expresarse. A otrxs les aburre dibujar. Lo interesante de esta diversidad es que no se queda solamente en los cuadernos, aparece también en las recomendaciones que hacen al resto de sus compañerxs para que lo escrito se entienda mejor. Es decir, se da una situación de respeto por las producciones de cada unx, de análisis de esas producciones y de construcción colectiva a partir de los aportes de lxs compañerxs.
- Integrar a las familias en el trabajo. Hacerles saber desde el principio que los cuadernos de pensamientos propios son un espacio de lxs niñxs en los que ellxs no deben intervenir directamente. Pero que es necesario que les recuerden o propongan escribir situaciones, pensamientos, ideas, etc, para poder compartirlo o simplemente exteriorizarlo. Este pedido lo realicé en una reunión de padres grupal y lo reitero en cada reunión individual, relacionada a los planteos de las familias. El resultado es que el trabajo con los cuadernos se está volviendo significativo no solo para lxs chicxs, sino también para sus círculos más cercanos.
El horizonte de esta experiencia fue proponer escrituras propias desenajenantes y poder compartirlas y debatirlas con otras personas. Empezar a adentrarnos en una mirada profunda del mundo y de nosotrxs mismxs a partir del lápiz, el papel, y la palabra de lxs demás.
Puedo decir que lxs chicxs y las familias se han apropiado de la propuesta. Me muestran sus cuadernos (las familias me los comentan), piden pasar a leerlos, hacen preguntas sobre las producciones de sus compañeros, se molestan cuando por algún motivo no pudieron escribir...y escriben cosas como estas (que próximamente serán ilustradas con sus dibujos)...
"¿Cuántos colores hay en el mundo?"
"Mi mamá está muy feliz (acompañado del precioso dibujo de una fiesta de cumpleaños)."
"Anoche soñé que me convertía en mostruo y giraba y corría por la plaza y entonces me desperté."
"¿Cómo se hace la pasta de dientes?"
"¿Cómo se creó el universo?"